¿Alguna vez se ha preguntado con qué frecuencia debe cambiar su toalla de baño? Pues quizá debería. El error que cometemos muchos de nosotros es no cambiarla con la frecuencia necesaria. Que, pensándolo bien, puede convertirse fácilmente en un receptáculo de gérmenes, bacterias y suciedad dado el uso diario que hacemos de ella.
¿Cada cuánto cambiar la toalla de baño?
La tendencia es ducharse, secarse y colgar la toalla en el gancho. Al fin y al cabo, ha estado en contacto con la piel fresca y perfumada en la ducha o el baño, así que no debería estar tan sucia, ¿verdad? No, se equivoca: esa toalla podría convertirse fácilmente en blanco de diversos gérmenes y bacterias, impregnada como está de sudor, escamas de piel y residuos corporales diversos.
Por eso los dermatólogos han sido claros: la toalla de baño debe cambiarse cada 3-4 usos como máximo, de lo contrario se corre el riesgo de que proliferen las bacterias y se desarrollen olores desagradables.
De hecho, cada vez que la utilizamos se acumulan en ella células muertas, pelos, bacterias y productos de limpieza de la piel. Esto significa que, cuando la reutilizamos, aumentamos el riesgo de desarrollar dermatitis y diversas infecciones cutáneas.
Estas indicaciones, sin embargo, son genéricas. Si la toalla apesta antes de los 3-4 usos especificados en las instrucciones, hay que cambiarla. Lo mismo ocurre si no te duchas muy a menudo.
Si se realizan actividades en las que se suda mucho, habrá que cambiar la toalla más a menudo. Y lo mismo deberán hacer quienes vivan en zonas muy húmedas. También hay que tener en cuenta el tiempo que tarda en secarse. De hecho, las toallas de rizo tardan más en secarse que las de nido de abeja. Por este motivo, deben cambiarse con más frecuencia. Pero esto siempre teniendo en cuenta la frecuencia de uso, la humedad ambiental y lo sucios y sudados que nos pongamos.
Hablando de… Aquí tienes un práctico truco para dejarlas como nuevas otra vez. O casi.
