Esta caldera podría ser la solución a nuestros problemas: es ecológica y nos ahorra dinero. ¿Qué es y dónde podemos encontrarla?

Cuando hablamos de la crisis energética, la subida de los precios de los carburantes, la electricidad y el gasóleo, y la sostenibilidad medioambiental, a menudo oímos hablar de la caldera de hidrógeno. Necesitamos encontrar alternativas al gas y otros combustibles fósiles para calentar nuestros hogares. Las calderas de hidrógeno son, por tanto, muy bienvenidas. El problema, sin embargo, es que aunque son eficientes, también tienen algunos inconvenientes. Como si dijéramos: aún no se ha encontrado la alternativa ideal a las calderas convencionales.

¿Qué tiene de malo la caldera de hidrógeno?

Empecemos por las ventajas. La producción de hidrógeno es muy limpia porque se genera a partir del agua. De hecho, el agua se divide a nivel molecular para separar los átomos de oxígeno de los de hidrógeno. Es precisamente esta división de la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno lo que genera la energía que alimenta las calderas.

Es un sistema eficaz, pero desgraciadamente tiene algunos inconvenientes. El primero quizá esté relacionado con la necesidad de agua: en un periodo de sequía como el actual, hay que empezar a pensar en el racionamiento del agua.

El segundo problema es el coste: un sistema como éste, con una caldera de hidrógeno en una casa normal, puede costar fácilmente más de 10.000 euros. Si a eso añadimos el coste del mantenimiento (que es obligatorio, y nunca se puede evitar porque el hidrógeno es muy inflamable, así que no hay que tocarlo), es impensable que en una época de crisis económica e inflación, una familia normal pueda llegar a esas cifras. Es un poco como la retórica que utiliza Italia en la UE sobre la eficiencia doméstica: ¿quién tiene tanto dinero para cambiar completamente los sistemas, las luminarias, instalar un manto sobre el edificio, paneles solares, etc.?

El tercer punto a tener en cuenta es que, desgraciadamente, con la tecnología actual todavía se necesita electricidad para desencadenar el proceso de división de la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno, por lo que todavía estamos muy lejos de ser totalmente ecológicos.