Se acabó la tierra seca y dura a pesar del riego: ¡el secreto del jardinero para decir adiós a la tierra muerta y agrietada!
Cuando la tierra se seca en un jardín, nunca es sin consecuencias. Se agrieta, repele el agua superficial, se calienta demasiado rápido y acaba por agotar la vida microbiana del subsuelo. Muchos lo consideran una simple falta de riego o un efecto del calor, pero el suelo seco suele ser el resultado de una combinación de factores relacionados con la naturaleza del propio suelo, el clima y, sobre todo, las prácticas de jardinería que adoptamos. A veces, sin darnos cuenta, agravamos el problema utilizando prácticas equivocadas. Afortunadamente, existen soluciones naturales y sostenibles para mejorar la retención del agua y la estructura del suelo. Para mantener su jardín sano incluso en pleno verano, lo mejor es comprender las causas de esta sequía y, a continuación, aplicar remedios sencillos pero eficaces que favorezcan la vida del suelo y protejan sus plantas.
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Por qué se seca el suelo: entender el fenómeno y cómo afrontarlo
El suelo seco no sólo se debe al sol intenso o a la falta de lluvia. De hecho, la composición del propio suelo desempeña un papel fundamental. Un suelo demasiado arenoso, por ejemplo, permite que el agua se filtre rápidamente. Del mismo modo, un suelo arcilloso poco estructurado puede formar una costra en la superficie e impedir que penetre el agua. Además, un suelo carente de materia orgánica es inhóspito para las lombrices y los microorganismos, que son esenciales para una buena aireación y retención del agua.
Además, la ausencia de mantillo, un riego inadecuado o un laboreo excesivo agravan el fenómeno. El viento en la superficie evacua la humedad residual, mientras que los rayos del sol calientan la tierra desnuda. El resultado es que el suelo se vuelve polvoriento, repelente al agua e incapaz de nutrir adecuadamente a las plantas.
Huerto de pepinos Sistema de riego por goteo Suelo seco y agrietado Suelo agrietado
Créditos: iStock
Prácticas de jardinería que empeoran el suelo seco
Sin saberlo, muchos jardineros contribuyen a esta sequedad con prácticas inadecuadas. Trabajar el suelo en profundidad, especialmente con maquinaria motorizada, rompe los túneles naturales y altera los microorganismos. Este laboreo intensivo, a menudo motivado por buenas intenciones, acaba haciendo el suelo más compacto y menos vivo.
Otro error frecuente es dejar la tierra al descubierto entre siembra y siembra. El suelo descubierto se convierte en una zona seca y dura, hostil a la biodiversidad subterránea. Los riegos abundantes pero espaciados, a menudo realizados en pleno día, no penetran adecuadamente en el suelo y gran parte de ellos se evaporan. Además, algunos abonos químicos agotan la microfauna y desequilibran la estructura del suelo a largo plazo. Por tanto, es esencial reevaluar estos hábitos para preservar mejor la humedad y favorecer la dinámica natural.
Apóyese en el acolchado para limitar la evaporación de un suelo que se seca con facilidad
Una de las maneras más eficaces de hacerlo es acolchar el suelo. Esta cubierta vegetal u orgánica protege el suelo de la luz solar, frena la evaporación y mejora la vida microbiana. El acolchado también crea una barrera contra las lluvias torrenciales, que compactan el suelo. Los materiales más interesantes son los que se descomponen lentamente y nutren el suelo: virutas de madera, paja, hojas muertas trituradas o helechos secos. Conviene mantener una capa de unos 5-10 cm alrededor de las plantas, sin asfixiar su follaje. Este sencillo acto transforma radicalmente la capacidad del suelo para retener el agua, al tiempo que reduce la frecuencia de riego.
Mantillo para regar las plantas con menos frecuencia
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Mejore el suelo seco y poco fértil con materia orgánica
El primer paso para mejorar el suelo seco es enriquecerlo. Incorporar regularmente compost maduro, estiércol bien descompuesto o abono rico en humus ayuda a reestructurar el suelo en profundidad. Estas adiciones alimentan a las lombrices de tierra, que airean el suelo de forma natural y crean túneles que permiten la filtración del agua. También deben utilizarse acondicionadores específicos del suelo, como polvo de roca o bentonita, sobre todo en suelos demasiado ligeros. Por otra parte, la materia verde, como los recortes de hierba, debe añadirse con moderación y siempre mezclada con materia seca para evitar la fermentación.
Adaptar los métodos de riego a las necesidades reales
El riego, con demasiada frecuencia mal calibrado, es una de las principales causas de la sequedad del suelo. Para evitarlo, es mejor regar con menos frecuencia pero más profundamente, para que el agua llegue a las raíces. Lo ideal es regar al pie de la planta, a primera hora de la mañana o al final del día.
