Relegado durante mucho tiempo al papel de aromático en la cocina, el laurel merece sin embargo un lugar de honor en todas las habitaciones de la casa. Esta planta, de hojas resistentes y poderoso perfume, tiene muchas virtudes poco conocidas, tanto para su bienestar como para el uso cotidiano. Purificante natural, calmante, repelente de insectos y desodorante eficaz, puede utilizarse en el cuarto de baño, los armarios, el frigorífico, el dormitorio e incluso en el lavadero. Fácil de usar en forma seca o fresca, basta con unas cuantas hojas bien colocadas para sentir sus efectos. En infusión, fumigadas o incluidas en un pulverizador casero, las hojas de laurel se convierten rápidamente en indispensables. He aquí cómo aprovechar todo el potencial de esta planta milenaria, que combina sencillez, eficacia y naturalidad en la vida cotidiana.
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Meter una hoja de laurel bajo la almohada para calmar las noches
A veces basta con una hoja para conciliar el sueño. Colocando una o dos hojas de laurel bajo la almohada, podrá beneficiarse de su aroma calmante, a menudo utilizado en aromaterapia para reducir la ansiedad. La delicada fragancia, liberada durante la noche por el calor corporal, actúa como calmante natural. Este simple acto ayuda a calmar los pensamientos intrusivos y a preparar la mente para el sueño. Según algunas tradiciones, el laurel también tiene propiedades que favorecen los sueños lúcidos, aunque no existen pruebas científicas de ello. Basta con utilizar hojas bien secas y sin tratar, y sustituirlas cada diez días para mantener su eficacia sin riesgo de moho.
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Créditos: Mikhail Nilov/Pexels
Cuelga unas hojas en la ducha para aliviar la tensión
Colgar un manojo de hojas de laurel de la alcachofa de la ducha crea un momento de relajación muy eficaz, sobre todo después de un día estresante. En contacto con el vapor, los aceites esenciales contenidos en las hojas se liberan gradualmente, perfumando el aire con un aroma amaderado y ligeramente picante. Este baño de vapor natural ayuda a relajar los músculos y la respiración. Es un poco como una sesión de inhalación, útil en caso de congestión nasal o resfriado. Basta con atar unos tallos con un cordel, sin empaparlos, y dejar que actúe el agua caliente. Este ritual también puede calmar las pieles reactivas al liberar en el aire compuestos ligeramente antiinflamatorios.
Un desodorante natural para la nevera y los armarios
El laurel, con su aroma característico, absorbe de forma natural los malos olores. Se puede utilizar en el frigorífico o los armarios para mantener frescos los alimentos y alejar a los insectos. En la esquina de una estantería o especiero, unas cuantas hojas secas bastan para mantener un ambiente saludable. También actúa como repelente contra las polillas de los alimentos, que suelen sentirse atraídas por la comida suelta. El laurel interfiere en su sentido del olfato e impide que pongan huevos. Para una eficacia óptima, las hojas deben estar enteras, no rotas, y sustituirse cada tres semanas. Colocadas en bolsitas de tela, también pueden introducirse fácilmente en los cajones de la ropa para perfumarla de forma natural.
Quémalo para purificar el aire y la atmósfera
Quemar hojas de laurel como incienso es un método antiguo de purificar la atmósfera de una habitación. Se dice que esta fumigación, muy utilizada en las tradiciones mediterráneas, ahuyenta las energías negativas y, lo que es más importante, neutraliza ciertas bacterias y esporas del aire. Una hoja seca colocada en un recipiente ignífugo y encendida brevemente emite un humo suave y agradable. El olor amaderado se difunde rápidamente sin ser abrumador. Este procedimiento puede repetirse una o dos veces por semana, sobre todo en habitaciones húmedas o mal ventiladas. También es útil después de obras, mudanzas o enfermedades, para devolver una sensación de frescor al ambiente.
